23 de octubre de 2012

Una fiesta para todos

Es de todos conocido que el pasado viernes, 12 de octubre, se celebró una multitudinaria concentración en la plaza de Cataluña de Barcelona reivindicando que es perfectamente posible ser españoles y catalanes, como había sido hasta hace muy poco tiempo y algunos se han dedicado a cuestionar muy alegremente. No es cosa ahora de hacer comparativas con otras manifestaciones con otros mensajes ni de quién está más cargado de razones, ya que estas apuestas sobre quién la tiene más grande suelen llevar al absurdo. Lo que sí merece destacarse son dos aspectos que no han tenido demasiada relevancia, y uno de ellos afecta a nuestra población.
Por una parte, hemos ido sabiendo de un buen número de castellarenses, no todos afines al Partido Popular, que acudieron ese día a Barcelona, a hacer acto de presencia en la referida concentración. Y llama poderosamente la atención porque desde algunos ámbitos se ha querido vender la idea de un Castellar del Vallès pro independentista, cuando la realidad es algo más compleja. En una materia tan especial como la pertenencia a un grupo es muy complicado intentar hacer divisiones exactas de la población y con ello pretender sacar conclusiones algo precipitadas y aquí tenemos un buen ejemplo.
Por otro lado, hubo un hecho aún más emotivo. En dicha concentración se podían contar banderas catalanas y españolas por centenares, y a nadie se le habría ocurrido silbar ni a una ni a la otra, pues ambas enseñas son nuestras, de todos los ciudadanos. Y si alguien hubiese tenido la ocurrencia de ultrajar una bandera catalana habría salido a gorrazos, pueden estar seguros. Por no hablar del uso indistinto del castellano y del catalán tanto en los parlamentos como en las actuaciones musicales, que también tiene su significado. Es demasiado fácil hacer comparaciones con otro tipo de manifestaciones de otros ámbitos en los que acudir con una bandera española es jugarte un disgusto, o caer en el discurso maniqueo sobre la bondad de unos y la maldad de otros, pero esta realidad debiera hacer pensar a algunos que quizás han radicalizado excesivamente su postura. Siempre se ha dicho que hay extremistas en todos lados, pero hoy en día parece que la moderación se ha tomado unas vacaciones.
Va siendo hora, de una vez por todas, de empezar a pensar en aquello que nos une y potenciarlo, en lugar de insistir siempre en lo que nos separa. La ciudadanía os ha dado una lección; va siendo hora de que quienes tenemos responsabilidades políticas la pongamos en práctica.

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