6 de octubre de 2012

¿Autonomías? Sí, gracias

Cuando un partido tiene responsabilidades de gobierno se corre el peligro de que toda la oposición llegue a inventarse tramas con tal de desgastar al gobernante. Tener que desmentir las ocurrencias de los demás, dada la vacuidad de sus argumentos, resulta cansino, pero hay un caso especialmente serio que conviene aclarar.

Se dice que el PP pretende acabar con el estado autonómico, lo cual al ser tan estúpido produciría risa de no ser por la mala fe de quien lo pretende. Aparte de cuestiones legales que lo impiden, pues es uno de los capítulos constitucionales más blindados, resulta que se trata de una forma de articular una descentralización del Estado perfectamente válida. Hay que recordar que se estudia en las universidades de todo el mundo como una alternativa al estado federal, por ejemplo, y que en su momento causó admiración y fue alabado por constitucionalistas de todos los colores. Por tanto, de querer suprimirlo, nada de nada.

Pero ello no debe empañarnos otra realidad. El estado autonómico actual se ha desbordado; ya no resulta eficiente como pudo parecer en sus inicios. ¿Qué ha pasado para llegar a esta situación? Sería objeto de una tesis doctoral, pero podría resumirse en una sola frase: todas las Comunidades Autónomas han pretendido actuar como mini-estados, olvidándose de que su principal misión era la cercanía a los ciudadanos. Y en este error han caído las diecisiete Comunidades; no se salva ni una. Duplicidades administrativas flagrantes, ampliación del funcionariado sin los más elementales criterios de objetividad, aumento del gasto público sin control, son algunos de los defectos achacables a este estado de cosas. Y ello sin entrar en legislaciones verdaderamente pintorescas o en ignorar las sentencias judiciales que contravengan la Constitución, de la cual derivan TODOS los estatutos autonómicos, cosa que conviene recordar.

Visto el panorama, pocos pueden negar que se necesite una reordenación del sistema, lo que no significa que el Estado haya de recuperar competencias ni nada por el estilo (el catálogo de bobadas que se han dicho al respecto es estremecedor). Debe volverse al primer estado de cosas: una administración descentralizada debe ser eficiente, por lo que debe de dotarse de los medios humanos y económicos necesarios para ello. Y todo ello en un plano de igualdad respetando las particularidades de cada territorio. Y esta es un empresa en la que cabemos todos.

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