Cuando un partido tiene responsabilidades de gobierno se corre el
peligro de que toda la oposición llegue a inventarse tramas con tal de
desgastar al gobernante. Tener que desmentir las ocurrencias de los
demás, dada la vacuidad de sus argumentos, resulta cansino, pero hay un
caso especialmente serio que conviene aclarar.
Se dice que el PP pretende acabar con el estado autonómico, lo cual al
ser tan estúpido produciría risa de no ser por la mala fe de quien lo
pretende. Aparte de cuestiones legales que lo impiden, pues es uno de
los capítulos constitucionales más blindados, resulta que se trata de
una forma de articular una descentralización del Estado perfectamente
válida. Hay que recordar que se estudia en las universidades de todo el
mundo como una alternativa al estado federal, por ejemplo, y que en su
momento causó admiración y fue alabado por constitucionalistas de todos
los colores. Por tanto, de querer suprimirlo, nada de nada.
Pero ello no debe empañarnos otra realidad. El estado autonómico actual
se ha desbordado; ya no resulta eficiente como pudo parecer en sus
inicios. ¿Qué ha pasado para llegar a esta situación? Sería objeto de
una tesis doctoral, pero podría resumirse en una sola frase: todas las
Comunidades Autónomas han pretendido actuar como mini-estados,
olvidándose de que su principal misión era la cercanía a los ciudadanos.
Y en este error han caído las diecisiete Comunidades; no se salva ni
una. Duplicidades administrativas flagrantes, ampliación del
funcionariado sin los más elementales criterios de objetividad, aumento
del gasto público sin control, son algunos de los defectos achacables a
este estado de cosas. Y ello sin entrar en legislaciones verdaderamente
pintorescas o en ignorar las sentencias judiciales que contravengan la
Constitución, de la cual derivan TODOS los estatutos autonómicos, cosa
que conviene recordar.
Visto el panorama, pocos pueden negar que se necesite una reordenación
del sistema, lo que no significa que el Estado haya de recuperar
competencias ni nada por el estilo (el catálogo de bobadas que se han
dicho al respecto es estremecedor). Debe volverse al primer estado de
cosas: una administración descentralizada debe ser eficiente, por lo que
debe de dotarse de los medios humanos y económicos necesarios para
ello. Y todo ello en un plano de igualdad respetando las
particularidades de cada territorio. Y esta es un empresa en la que
cabemos todos.
6 de octubre de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario