16 de febrero de 2013

El drama de la vivienda

Desde esta columna ya nos hemos referido al drama que padecen muchas familias que se ven en el amargo trance de perder su vivienda por falta de recursos. Es una situación en la que podemos vernos inmersos cualquiera de nosotros y cuyas consecuencias pueden ser irreparables.
No nos cansaremos de manifestar nuestro apoyo y solidaridad a cuantas personas estén pasando por este drama, pero también debemos hacer una llamada a la sensatez de todos para afrontar como es debido esta situación. Reacciones en caliente pueden causar un efecto placebo, pero a largo plazo podrían llegar a ser contraproducentes. Y levantar el dedo acusador culpabilizando a las formaciones políticas puede hacer ganar votos y popularidad; hasta llegar a la presidencia del gobierno como ya ha ocurrido. Pero además de irresponsable es rigurosamente falso e injusto.
Todas las administraciones han reaccionado cuando el problema de la vivienda se ha hecho cada vez más grave. Basta darse una vuelta por los Servicios Sociales para darse cuenta de ello. Ya se han dictado dos disposiciones legales para buscar el acuerdo entre entidades financieras y particulares, y hasta se ha legislado sobre la suspensión de las ejecuciones hipotecarias. Trabajo se ha hecho, y quien lo niegue falta conscientemente a la verdad. Y que todavía queda mucho por hacer también es cierto, pero no hay que dejarse llevar por las emociones y pensar con la cabeza fría.
Conviene recordar que los cambios legislativos que se propugnan desde diversos foros son, en ocasiones, verdaderamente utópicos aunque se vistan de iniciativas legislativas populares. Pero en la mayor parte de las ocasiones su llevada a la práctica representa una serie de modificaciones de índole económica, financiera y legislativa que es imposible realizarla en dos semanas. Conceptos como la seguridad jurídica, la seguridad en el cumplimiento de las obligaciones, tienen más importancia de lo que parece para el buen funcionamiento de las cosas. Legislar a golpe de estómago puede violar estos conceptos y causar mayores problemas que aquellos que pretenden evitarse.
Por tanto, y con la mayor comprensión que merecen los dramas humanos que se están viviendo, conviene no perder la calma. Se está trabajando para mejorar las cosas, pero por lamentable que parezca se requiere tiempo. Es un tema lo suficientemente sensible como para tratarlo con la atención que merece, y a ello estamos dispuestos.

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