Estos tiempos convulsos que nos toca vivir podrían definirse de ajuste. A
nivel nacional y autonómico vemos la que se está organizando con el
tema del gasto sanitario farmacéutico, que tantos ríos de tinta y
verdaderos océanos de demagogia están haciendo correr. Ningún gobernante
en su sano juicio disfruta tomando estas medidas, pero la realidad es
la que es, por más que ciertas formaciones políticas de color escarlata
se obstinen en seguir negando la realidad. Como tampoco olvidar que las
primeras medidas de este calado las tomó la Generalitat, no gobernada
por el PP precisamente y heredera de una acción política bermellona
manifiestamente mejorable.
Pero no todo tiene que ser subidas de nada. Hay otro tipo de medidas que
pueden tomarse desde ámbitos menores, como son los municipios,
tendentes a facilitar la vida a los ciudadanos y a la actividad que se
desarrolla en su término municipal. Desde el año pasado pagar el IBI ha
dejado de ser una cruz maldita, pues por fin alguien accedió a
fraccionar su pago y, al menos, su impacto se reparte entre todo el año y
se puede soportar mejor. Cabe decir lo mismo de la tasa de recogida de
basuras, pues a pesar del incremento desorbitado de la misma también
puede fraccionarse y hacerla más llevadera.
Lástima que, en este afán de facilitar las cosas, nuestros rectores
municipales se hayan olvidado de cierto colectivo nada desdeñable: las
empresas. Nos olvidamos con frecuencia que su tributo municipal por
excelencia es el llamado IAE, y su cuantía no suele resultar pequeña. En
la situación actual, con la crisis que nos afecta y basta con darse una
vuelta por nuestros polígonos industriales de el Plà de la Bruguera y
Can Carner para darse cuenta de ello, no estaría de más facilitar un
poco la vida a estas entidades para que puedan atender sus obligaciones
tributarias municipales tal como hacen los particulares. Dicho en plata,
que se les permita fraccionar el pago igual que se hace con el IBI. No
se trata de una medida imposible; basta únicamente la voluntad del
equipo de gobierno para llevarla a cabo, pues los impedimentos alegados
sobre el número de habitantes o similares no aparecen por ningún lado.
Resultaría lamentable que, por una inaudita carga ideológica, no se
empezase a pensar un poco más en el empresariado local, pues no todos
son multinacionales y quien más y quien menos están pasando sus
dificultades. Y no estaría de más recordar que una empresa cerrada
implica más desempleo ….. y vamos a dejarlo aquí.
Ojalá pudiésemos hablar de bajadas de impuestos; ojalá pudiese hablarse
de establecer subvenciones para nuevas empresas. Pero la realidad es la
que es, y ya es hora de tomar decisiones valientes, de calado, que
puedan hacer la vida un poco más fácil a quienes más pueden hacer para
reactivar la economía de este país: las pequeñas y medianas empresas.
27 de abril de 2012
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