28 de abril de 2014

Si no sembramos no recogeremos

Aunque puede parecer una gran contradicción, las épocas de recesión pueden convertirse en períodos de grandes oportunidades para aquellos que no tengan miedo al fracaso y tengan un mínimo de audacia. Evidentemente, conviene no confundir audacia con temeridad, puesto que una cosa es ser valiente y arriesgar, y otra muy distinta jugárselo todo a una carta. La diferencia es que en el primer caso es más fácil recuperarse, mientras que en el segundo el trompazo te deja fuera de juego un tiempo.
Hemos planteado en diversas ocasiones que en Castellar gozamos de una oferta comercial adecuada, y que merece la pena potenciar este sector económico de nuestra población. Ya que por lo visto el tema de grandes superficies resulta inadecuado para nuestra idiosincrasia, lo importante entonces es darlo a conocer. Están muy bien estas jornadas de comercios más cercanos en forma de tenderetes en las calles, pero por sí solo resulta insuficiente, pues su repercusión no pasa de nuestro ámbito municipal. Por otro lado, ojalá gozásemos de una producción autóctona de algo que nos hiciera únicos (mongetes del ganxet aparte), pero no tenemos esa suerte.
Una alternativa más que posible es la organización de ferias y eventos de toda clase, lo cual resulta de gran utilidad porque da a conocer nuestra Vila más allá de nuestras fronteras y, lo que es más importante, puede ayudar a dar a conocer este tejido comercial del que gozamos. Pero lamentablemente vemos que no hay demasiado entusiasmo en este tipo de actos, además de aducir el argumento más rancio que se puede dar: podría resultar contraproducente respecto del comercio tradicional. De seguir con este argumento, ciertas cadenas de grandes almacenes muy conocidas no existirían, y actualmente resulta impensable vivir sin ellas.
Es que se está llegando al absurdo total. Unas estructuras que no funcionan, alguien pretende ser innovador y ofrecer alternativas y entonces resulta que no estamos tan mal y mejor no tocarlo. Vamos, como el chiste del que, en una manifestación pidiendo trabajo, le ofrecen a una persona empleo y dice, tan tranquilo, que con tantos que piden trabajo y por qué se lo tienen que ofrecer a él. Algunos padres de la patria en Cataluña llevan demasiado tiempo mirándose el ombligo, y si en otros territorios de España se ha decidido pasar a la acción y emprender nuevos derroteros, aquí se busca precisamente lo contrario resucitando viejas fórmulas gremiales desfasadas. Que no es un chiste, que es la vida real y se están perdiendo oportunidades por pura y llana cobardía, y no siempre es culpa de Madrid.

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