3 de enero de 2015

Año nuevo apasionante

El tiempo no se detiene, y ya tenemos aquí un nuevo año. Y en esta ocasión puede decirse. Sin ánimo a equivocarse, que este 2.015 sólo puede calificarse de apasionante en muchos sentidos.

Y el motivo principal es que se trata de un año eminentemente electoral. De momento tendremos elecciones municipales en mayo, y en noviembre vendrán las elecciones generales. Y la cosa puede no acabar aquí en función de las veleidades que corran por la Plaza Sant Jaume y les entre también una fiebre electoral injustificable, pero ahora mismo ese es otro tema.
También será el momento en que pueda percibirse por fin que los efectos de la brutal crisis de estos últimos años empiezan a verse superados, siquiera mínimamente, y además de los grandes números la economía doméstica empiece a percibirlos con mayor nitidez. De momento, una primera novedad es la bajada de impuestos que se anunció para inicio de este año, y ya la tenemos aquí. Sus efectos se percibirán este mismo mes, lo cual ya es un cierto alivio. Porque conviene recordar que se venía poco menos que del desastre; que la irresponsabilidad de algunos perjudicó a toda la colectividad y hasta hubo quien deseaba una intervención económica del Estado, lo cual habría resultado catastrófico para todo el mundo aunque ahora se quiera mirar hacia otro lado. Sin el extraordinario sacrificio que hizo todo el pueblo español, además de las decisiones políticas claramente impopulares que hubo que tomar porque no quedaba otra, sería de ver cómo estaríamos ahora. Y si no, que se lo pregunten a griegos y portugueses, por ejemplo.
En clave electoral, estamos primero ante unos comicios municipales ciertamente interesantes. Por lo que a Castellar nos ocupa, es el momento en el que la población podrá hacer balance y decidir con su voto si prefiere seguir gobernada con fórmulas populistas muy vistosas pero totalmente vacías de contenido, o prefiere un nuevo equipo de gobierno serio, que anteponga el interés municipal a otras finalidades más indeterminadas y que a la hora de la verdad no conducen a nada. Se avecinan cinco meses intensos de verdad.
Y en cuanto a las generales de finales de año, el panorama también se presenta divertido, porque el resultado de las mismas puede condicionar gravemente el futuro de todo el país, llámese España, Cataluña o como se quiera. Que en una situación de desencanto como la actual es muy fácil prometer la luna con tal de conseguir votos, aun cuando quien lo promete sabe perfectamente que no podrá cumplirlo. O que se prometan cambios legales de gran calado aunque su esencia resulte una sorprendente tomadura de pelo que muestra la inaudita ignorancia de quienes prometen tanto. Y ello sin mencionar a que según sea el resultado se pueda producir alianzas contra natura cuyo único fin sea conseguir el poder al precio que sea, con unas consecuencias incalculables. No bromeamos: en Cataluña lo hemos experimentado y no es algo que se tenga ganas de repetir.
En suma, nuestros mejores deseos para todos en este año 2.015, en el que políticamente hablando va a resultar de todo menos aburrido.

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