A un lado nuestras diferencias

El pasado domingo se celebraron por fin las elecciones generales. Atrás quedan varios meses de campaña más o menos encubierta que nunca debieron producirse si quien debía hubiese tenido el patriotismo que tanto reclamaba y las hubiese convocado con anterioridad.

La primera consecuencia evidente es el arrollador triunfo del Partido Popular en casi toda España. Una mayoría absoluta de 186 diputados, con más de diez millones de votos a cuestas no admite grandes discusiones. No podemos quejarnos tampoco del resultado en Cataluña, consolidándonos como tercera fuerza política y alcanzando los once escaños.

A nivel local también hemos registrado un importante crecimiento, con un total de 2.063 votos, lo que representa, un 17,18% del total registrado en nuestra población, desde aquí manifestar nuestro más profundo y sincero agradecimiento a todas aquellas personas que se han sumado al cambio.

Pero tras la alegría viene la reflexión, el Partido Popular ha recibido el encargo de los ciudadanos para que aporte soluciones a la grave situación que nos afecta a todos, y ello conlleva una gran responsabilidad. No hará falta insistir que la sola victoria electoral no implica que el desempleo desaparezca, o que la prima de riesgo descienda hasta límites más acordes con nuestra realidad. También hay quien teme que se suprima la lengua catalana de las escuelas tras la victoria del PP, cosa que además de falsa es una infamia. Dejemos las bromas de mal gusto para otro momento ya que ha llegado la hora de trabajar, y en este partido se va a hacer desde el primer momento, con el empeño de reconducir la situación y conseguir así el principal objetivo, que se marcaron para estos comicios: el empleo.

Se avecinan tiempos duros, en los que deberán tomarse medidas difíciles, que podrán causar tensiones, aunque siempre presidirá en esta actuación la transparencia y la información. Debemos también dejar a un lado nuestras diferencias ideológicas o nuestras preferencias territoriales que tanto han lastrado estos últimos años la actuación política en general, pues de esta situación debemos salir todos juntos, solo de esta forma España saldrá de la crisis y Cataluña con ella.

Sólo entonces cabrá esperar, que estos sacrificios acaben por conseguir el deseo de todos: volver a la senda del crecimiento y del bienestar.